Con respaldo de sus primeros 20 minutos arrasadores Tempo venció a Islas Malvinas en un partido donde abundo el calor, el juego cortado, pero como todo clásico no dejó de ser un partido intenso.
Es que dos históricos volvían a enfrentarse por tercera vez en tres meses. Las dos últimas en etapas definitorias, donde el Campeonato Apertura quedó para los Tricolores y el paso a la final de la Copa de Invierno fue para los Naranjinegro.
El despliegue lo hizo Tempo durante la primera mitad de la primera etapa. Con un "movedizo" Pepino" Soriano el equipo de Centamori encontró el manejo de la pelota. La redonda pasó por los pies de los defensores, volantes y también por los de un retrasado "Gordo" Lucarelli, que le generó un desconcierto a toda la defensa Isleña, aunque con el correr de los minutos fue perdiendo el acompañamiento hasta el final de la jugada.
Esta vez, desarmados, los Isleños improvisaron un equipo con lesionados, con posiciones cambiadas con jugadores sin camiseta. raro de ver en un equipo con histórica prolijidad. "Es nuestro peor campeonato" casi pidiendo piedad argumentó Ivan Rotkopf, esta vez delantero del equipo Malvinense. Lo cierto es que tempo salió a la cancha a jugar contra el Islas de siempre. Partidos aguerridos, con mucho desgaste físico y con pequeñas ventajas que se logran con jugadas poco habituales. Los tres goles en los primeros 20 minutos le dieron aire a los de Zona Norte para regular el partido, que en algún tramo de la segunda mitad asomó a complicarse. Más por desatenciones y relax propio de esos partidos poco inquietantes que por cuestiones relevantes del juego Isleño. Ellos atacaron con sus armas disponibles, propias del orgullo de un clásico, nunca dieron el partido perdido.
El torneo Clausura está llegando a su desenlace; a dos fechas del final todo pareciera indicar que nada va a cambiar, que Bordolino superará a Puñeta y a Pampa y dará la vuelta. Tempo todavía tiene La Habana e Inter por delante y sin perder las expectativas sueña con que el fútbol saque a relucir la esencia que lo hace el deporte más lindo de todos. La sorpresa.
